Cita junto al cementerio
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Cita junto al cementerio
Oigo las campanas doblar en señal a mi cita. El ambiente húmedo se extiende por el pueblo y allí me encuentro, en las afueras, junto al cementerio. Huelo a humedad, podredumbre y cieno, como si la sangre pútrida se hubiese evaporado por el aire. Miro el reloj de la cripta más lujosa. Debió construirse allá por el siglo XVI, pero funciona como el primer día, por raro que pareciese. Marca las doce del mediodía.
Allí en la grande, fría y pesada puerta de hierro es donde he quedado con mi cita. Y ya comenzaba a llegar la gente…Sus pasos afligidos indicaban su llegada, portando el pesado ataúd que alberga el cadáver del joven. Muerto la noche anterior, mientras el repicar de las campanas marcaba la mitad de la oscuridad. Ahora la familia llora su perdida con el tiempo a su favor, nubarrones negros cubren el cielo compadeciéndose del dolor y los cipreses se tambalean por la fuerza del silbante viento. Ante aquella estampa estalla la tormenta que tanto se esperaba. La agresiva lluvia difumina a toda aquella gente hasta hacerla desaparecer ante mis asombrados ojos. Cuando ante mí se posa una mujer hermosa. De pálida piel, alargados huesos, ojos hundidos y labios morados. Despojada ropa vestían sus escasas carnes. Su largo y lacio cabello tapaba lo que las ropas no alcanzaban a ocultar.
Habla entonces despacio, como si el tiempo no la importase demasiado, con voz de ultratumba:
-Calla… y escucha…voy a darte este mensaje…-intento hablar- calla…y mirame… soy tu extraña… ven conmigo.
En breve gesto me invita al gran cementerio que ante nosotros se alza majestuoso.
Acepto. Mi cita ha llegado.
A todos lados veo lápidas, cruces, ángeles, tumbas, y al instante recorre mi cuerpo un vago escalofrío. Guía mis pasos por caminos cruzados, observo nombres, flores, piedras y no puedo retener mi estremecimiento. Rodeados de muertos estamos, amaina la lluvia y vuelven a aparecer aquellas personas en pena. Enterrando el cadáver del chico, hijo, nieto, amigo y compañero. Abren la tierra a su cuerpo para que los gusanos lo roan a besos y cuando la descomposición lo abrace coma sus nutrientes la anciana madre tierra. Nos paramos a observar tamaño ritual hasta que los restos reposan muy adentro.
Ponen en ese momento la lápida del difunto y observo horrorizado su nombre…mi nombre
escrito con cuidada caligrafía:
“Aquí yace Demian Benell, amado hijo, nieto, amigo y compañero” R.I.P.
Con aquella lapidaria frase observo por primera vez mi incorpórea persona y un grito ahogado escapa de mi boca.
Ella ya no está, la muerte abandonó el lugar en mi agonía y la gente se disipa de nuevo. Ahora aparecen mil personas, rodeándome, con ropas andrajosas y cuerpos transparentes al igual que el mio. Todos me atraviesan uno tras otro sin
importarles siquiera mi presencia. Absorben mi fuerza e intento alejarme de ellos. Corro desesperado a la salida.
Pero está cerrada y los muros han crecido inconmensurables. Todo se vuelve oscuro y mi presencia se mezcla con el nuevo mundo que se abre paso entre mi perturbada y muerta mente.
Allí quedé encerrado entre lamentos, condenado a escuchar toda la eternidad las campanas que una vez marcaron la hora de mi muerte. Grito y pido misericordia argumentando mi inocencia y vuelve aquella joven perfecta. Concluye con
acertada frase:
“Nadie es inocente, vivir nos hace culpables”.
Allí en la grande, fría y pesada puerta de hierro es donde he quedado con mi cita. Y ya comenzaba a llegar la gente…Sus pasos afligidos indicaban su llegada, portando el pesado ataúd que alberga el cadáver del joven. Muerto la noche anterior, mientras el repicar de las campanas marcaba la mitad de la oscuridad. Ahora la familia llora su perdida con el tiempo a su favor, nubarrones negros cubren el cielo compadeciéndose del dolor y los cipreses se tambalean por la fuerza del silbante viento. Ante aquella estampa estalla la tormenta que tanto se esperaba. La agresiva lluvia difumina a toda aquella gente hasta hacerla desaparecer ante mis asombrados ojos. Cuando ante mí se posa una mujer hermosa. De pálida piel, alargados huesos, ojos hundidos y labios morados. Despojada ropa vestían sus escasas carnes. Su largo y lacio cabello tapaba lo que las ropas no alcanzaban a ocultar.
Habla entonces despacio, como si el tiempo no la importase demasiado, con voz de ultratumba:
-Calla… y escucha…voy a darte este mensaje…-intento hablar- calla…y mirame… soy tu extraña… ven conmigo.
En breve gesto me invita al gran cementerio que ante nosotros se alza majestuoso.
Acepto. Mi cita ha llegado.
A todos lados veo lápidas, cruces, ángeles, tumbas, y al instante recorre mi cuerpo un vago escalofrío. Guía mis pasos por caminos cruzados, observo nombres, flores, piedras y no puedo retener mi estremecimiento. Rodeados de muertos estamos, amaina la lluvia y vuelven a aparecer aquellas personas en pena. Enterrando el cadáver del chico, hijo, nieto, amigo y compañero. Abren la tierra a su cuerpo para que los gusanos lo roan a besos y cuando la descomposición lo abrace coma sus nutrientes la anciana madre tierra. Nos paramos a observar tamaño ritual hasta que los restos reposan muy adentro.
Ponen en ese momento la lápida del difunto y observo horrorizado su nombre…mi nombre
escrito con cuidada caligrafía:
“Aquí yace Demian Benell, amado hijo, nieto, amigo y compañero” R.I.P.
Con aquella lapidaria frase observo por primera vez mi incorpórea persona y un grito ahogado escapa de mi boca.
Ella ya no está, la muerte abandonó el lugar en mi agonía y la gente se disipa de nuevo. Ahora aparecen mil personas, rodeándome, con ropas andrajosas y cuerpos transparentes al igual que el mio. Todos me atraviesan uno tras otro sin
importarles siquiera mi presencia. Absorben mi fuerza e intento alejarme de ellos. Corro desesperado a la salida.
Pero está cerrada y los muros han crecido inconmensurables. Todo se vuelve oscuro y mi presencia se mezcla con el nuevo mundo que se abre paso entre mi perturbada y muerta mente.
Allí quedé encerrado entre lamentos, condenado a escuchar toda la eternidad las campanas que una vez marcaron la hora de mi muerte. Grito y pido misericordia argumentando mi inocencia y vuelve aquella joven perfecta. Concluye con
acertada frase:
“Nadie es inocente, vivir nos hace culpables”.
Re: Cita junto al cementerio
Joder....me pone la piel de pollo!!...No m gustaría kedarme en plan fantasmagórico toda la eternidad! Q x mucho q m gusten los cementerios..pues cmo q desearía ver algo más q tumbas a mi alrededor..desearía pues x ejemplo poseer el cuerpo de alguien y manejarlo a mi antojo
Zyrenne- Goddess Evil
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Re: Cita junto al cementerio
Interesante historia, y muy bien ambientada, te entran escalofrios solo de pensarlo.
y la ultima frase? lapidaria, nunca mejor dicho, sigue asi, escritora!
y la ultima frase? lapidaria, nunca mejor dicho, sigue asi, escritora!
Breathless- Fantasy Goddess
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Localización : En alguna parte del Mundo
Fecha de inscripción : 08/09/2008
Re: Cita junto al cementerio
Bueno, la última frase(y algunas cosillas más) son guiños a canciones, películas y poetas. Quien le mole el rollo siniestrillo quizás saca algunas de ellas
Re: Cita junto al cementerio
Frases de grupos musicales cmo este??: "Abren la tierra a su cuerpo para que los gusanos lo roan a besos"..jajaj creo q m lo dijiste una vez si no recuerdo mal...pero la verdad es q keda muy bien en el relato
Zyrenne- Goddess Evil
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Edad : 34
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Empleo /Ocio : Estudiante universitaria
Humor : Sarcásticamente irónico
Fecha de inscripción : 08/09/2008
Re: Cita junto al cementerio
me ha encantado.
adoro el estilo de prosa poestia tan del siglo XIX. pero tú le aportas la frescura de la actualidad.
tienes más así?
adoro el estilo de prosa poestia tan del siglo XIX. pero tú le aportas la frescura de la actualidad.
tienes más así?
Eliudrae- Hombre Lob@ adolescente
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Fecha de inscripción : 11/09/2008
Re: Cita junto al cementerio
Muy biern escrito. Con una sentencia excesivamente fatídica en mi opinion pero con muy buena estructura y enganche, bravo gatuna.
Dante- Vampiro: Edad del pavo
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Fecha de inscripción : 15/09/2008
Re: Cita junto al cementerio
¡Muchas gracias!
Eliu, quizás otro relato que tengo pueda gustarte también, en cuanto a que se parezca a este...nose yo.
Este relato lo iba a enviar a la revista Miasma a ver si me la publicaban, pero viendo que ya no llegaba la publicación por aquí, decidí no enviarla. Así que nada, me alegro que os haya gustado, voy a poner otro ahora mismo
Eliu, quizás otro relato que tengo pueda gustarte también, en cuanto a que se parezca a este...nose yo.
Este relato lo iba a enviar a la revista Miasma a ver si me la publicaban, pero viendo que ya no llegaba la publicación por aquí, decidí no enviarla. Así que nada, me alegro que os haya gustado, voy a poner otro ahora mismo
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